Tenemos unas “ansias locas” de
ver una figura o señal que nos invite a operar. En los comienzos, cuando un
trader quiere convencerse a sí mismo de que es capaz de ganarse la vida con el
trading, siempre está tentado a entrar al mercado porque necesita estar dentro.
“Necesita estar jugando”.
Podríamos llamar a este estado el
“síndrome del jugador”. El objetivo que prevalece en el subconsciente del
trader no es el hecho de ganar dinero para poder vivir o ser independiente
económicamente, sino del hecho de “ganar”, “salirme con la mía”, “vencer”.
Este es un proceso poco profesional
y muy peligroso, porque se trata de la etapa en la que es más sencillo fundirse
una cuenta entera.
¿Cómo es posible?, se preguntará
el trader tras haber abierto una posición y haberle saltado el stop (o cerrado
su posición), nada menos que 5 veces en media hora? Casi ni se habrá dado
cuenta de las excesivas entradas y salidas que está operando. Es una sensación similar a cuando vas conduciendo sólo un automóvil por
la autovía, y a la vez pensando en otras cosas. De repente, te das cuenta de
que has llegado a tu destino pero apenas recuerdas por dónde has pasado. No has
estado atento/alerta, simplemente te has dejado llevar en piloto automático. El trader que entra en un estado
de “piloto automático” no recuerda ni por un momento que es necesario que de vez en cuando eche
un vistazo a sus reglas, su sistema o sus normas. Simplemente es llevado hacia
a delante por una fuerza poderosa y desconocida, y no es consciente de qué es lo que ha
hecho hasta que no finaliza su sesión. Esta sesión finaliza cuando el dolor y
el remordimiento de haber perdido más dinero del estipulado en sus reglas le
hace cerrar su pantalla, o bien, en un momento de lucidez.
Me recuerdo a mi mi mismo como si estuviese encerrado en mi burbuja, siendo hipnotizado por el oscilar del precio. En vez de levantarme del sillón, respirar, lavarme la cara, desconectar 15 minutos y oxigenar mi cerebro. Ahí me veo yo, siguiendo arriba y abajo esas velas japonesas que parece que se están riendo de mi. En ese momento ya no recuerdo mis reglas, mi sistema se ha vuelto peligrosamente flexible en mi cabeza, y actúo motivado por impulsos. En aquellos días tan sólo me salvaba mi prematuro y arraigado hábito de poner un stop loss al segundo siguiente de haber abierto una operación. De ese modo, día tras día mi cuenta bajaba, pero al menos en un continuo goteo, y no mediante cruentas sangrías. Eso me daba tiempo a reflexionar y esforzarme por mejorar.
Me recuerdo a mi mi mismo como si estuviese encerrado en mi burbuja, siendo hipnotizado por el oscilar del precio. En vez de levantarme del sillón, respirar, lavarme la cara, desconectar 15 minutos y oxigenar mi cerebro. Ahí me veo yo, siguiendo arriba y abajo esas velas japonesas que parece que se están riendo de mi. En ese momento ya no recuerdo mis reglas, mi sistema se ha vuelto peligrosamente flexible en mi cabeza, y actúo motivado por impulsos. En aquellos días tan sólo me salvaba mi prematuro y arraigado hábito de poner un stop loss al segundo siguiente de haber abierto una operación. De ese modo, día tras día mi cuenta bajaba, pero al menos en un continuo goteo, y no mediante cruentas sangrías. Eso me daba tiempo a reflexionar y esforzarme por mejorar.
En otro post voy a tratar de
explicar los ejercicios que a un indisciplinado patológico como yo de momento
le están resultando. Me queda mucho camino por recorrer todavía, pero cuando pienso en cómo era yo al inicio y cómo trabajo el trading ahora, me siento estupendamente.
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